miércoles, 25 de febrero de 2009

¿Por qué no también aquí?


Acabo de ver en televisión unas imágenes en que los congresistas norteamericanos en bloque, sin discriminación de partidos, aplauden un discurso del presidente Obama con motivo de la presentación de unas medidas recientemente aprobadas para hacer frente a la crisis económica actual. He sentido envidia. Desde la recuperación del sistema democrático en nuestro país todavía no he visto en nuestro congreso una imagen semejante con motivo de un discurso de ninguno de nuestros presidentes; ni con Adolfo Suárez, ni con Calvo Sotelo, ni con Felipe González, ni con José Mª Aznar, ni con Rodríguez Zapatero. Es como si los diputados y con ellos todos los españoles no fueran/fueramos capaces de entender que, una vez elegido, un presidente de gobierno es/debe ser el presidente del gobierno de todos los españoles. Probablemente es así porque tampoco los presidentes, y con ellos sus partidos y sus diputados, lo han sabido entender y así lo han transmitido a los ciudadanos salvo en manifestaciones de cortesía al comienzo de cada mandato. ¿Por qué predomina en nuestro país la política partidaria y se deja un campo tan limitado a la política de Estado? ¿Por qué parece tan improbable que un Presidente del Gobierno Español, al menos en algún momento de su ejercicio, pueda alcanzar índices de popularidad que sobrepasan el 60 y el 70 por ciento, como ocurre a veces en Estados Unidos?.

¡Ojo! No estoy reclamando ninguna unanimidad, ningún tipo de pensamiento único. Todo lo contrario. Quiero reivindicar el derecho a la libertad de pensamiento y a tener y defender las propias convicciones , tando de forma individual como de forma asociada. Pero tan importante como eso me parece la interiorización de algunas actitudes fundamentales, en mi opinión, para la convivencia democrática y para el desarrollo de políticas orientadas al bienestar del conjunto de los ciudadanos. Me refiero a capacidad para negociar y llegar a acuerdos, lo que exige evitar planteamientos dogmáticos y reconocer que nadie está en posesión de la verdad absoluta. Me refiero también a la capacidad para asumir los propios errores, como condición necesaria para corregirlos. Me refiero a la disposición a no simplificar las cuestiones complejas y reducirlas a sloganes groseros y demagógicos para vender en campañas electorales deplorables. Me refiero, a la capacidad y disposición a renunciar al paralizante autismo partidario para abordar un diálogo constructivo y fértil en beneficio del conjunto de la sociedad. Me refiero por último, al cultivo de una actitud abierta y rigurosa, antidogmática, capaz de analizar los problemas desde todas sus perspectivas, de dialogar sobre ellos con los próximos y con los adversarios y de intentar llegar a acuerdos siempre que sea posible. Tal vez así podríamos ver que, al menos en ocasiones, todos nuestros diputados pudieran aplaudir un discurso de un presidente (independientemente del partido). Tal vez así sería posible que, en algunos momentos, nuestros presidentes pudieran tener un índice de popularidad parecido al que tiene actualmente el presidente Obama.

Es todo por hoy. Buenas tardes y hasta la próxima.

sábado, 21 de febrero de 2009

Parafraseando a Joseba Arregi

El pasado día 20 el que fuera destacado miembro del Partido Nacionalista Vasco, y en su día consejero de Cultura del G.V., Joseba Arregi, publicaba en la tribuna del Mundo un artículo titulado "La débil democracia española". Acababa yo de hacer la anterior entrada en mi blogg expresando mi cabreo con la actitud cainita de los partidos políticos y de los medios de comunicación en un contexto de crisis económica y social que parece exigir una actitud más solidaria y constructiva de unos y de otros. En su reflexión hacía Arregi una crítica severa, sin duda mejor articulada que la mía, al comportamiento de los partidos en el poder y en la oposición en este contexto.

He de confesar que muchas de las reflexiones de Arregi sobre distintos aspectos de la realidad política, social y cultural me parecen bastante atinadas. Se trata de un personaje con una trayectoria política que le ha llevado, a través de la reflexión filosófica, desde su militancia nacionalista, pasando por un posicionamiento radicalmente crítico con el nacionalismo excluyente, a una recuperación de su independencia de pensamiento y de crítica, habitualmente constructiva. Admiro en él la capacidad para pensar con libertad y para desde la revisión crítica de sus propias opciones, sentirse igualmente libre para hacer crítica de los comportamientos de los otros sin someter su pensamiento al pensamiento uniforme que se intenta impulsar desde los distintos partidos a toque de corneta y no siempre en beneficio de la comunidad.

En el artículo de referencia se refiere Arregi a la actual situación de crisis económica y social, añadiendo la idea de que estamos también en una crisis cultural, y en particular de la cultura política. Se refiere el autor -y cito textualmente sus palabras- al "agotamiento de las idelogías, la confusión entre tolerancia e indiferencia, o entre multiculturalismo y relativismo", aspectos todos ellos en los que coincidimos con otros países; pero apunta también a problemas específicos españoles, tales como el espiritu cainita, al que yo me refería, que caracteriza tanto al partido en el gobierno como al partido en la oposición.

Afirma Arregi que no hay democracia sin oposición y que, por tanto, no puede ser una buena práctica por parte de un gobierno el "dejar a la oposición sin margen de maniobra, exigiéndola un alineamiento sin fisuras con sus políticas bajo pena de acusación de deslealtad con el Estado", tratando de provocar con ello reacciones crispadas y la expulsión de la oposición hacia posiciones extremas. La democracia sufre cuando se la somete al espectáculo y los riesgos de una sociedad mediática, sobre todo si los gobernantes "en lugar de esforzarse en limitar esos riesgos, hacen de ellos el núcleo de su forma de actuar". Pero afirma que la democracia se debilita también si la oposición es incapaz de encontrar su sitio como tal: "La democracia sufre si el pricipal partido de la oposición juega a suicidarse con luchas internas por un poder limitado.... La democracia sufre cuando la oposición cree que la única manera de responder ... es recurriendo a unos principios abstractos, más afirmados que explicados y articulados en sus contenidos, más dogmáticos que verdaderos criterios de actuación política". Para Arregi la democracia requiere trabajo diario, pasar de las palabras a la gestión.

No se trata aquí de menospreciar los principios y los valores, que han de regir la acción política. La cuestión, diría yo, es que se necesita "pasar de las musas al teatro". Y hacerlo tratando de coordinar actuaciones y de buscar consensos sin estar continuamente poniéndose zancadillas. Para ello es imprescindible desterrar dogmatismos y aceptar por los partidos en el poder y en la oposición que no siempre tienen la razón o toda la razón, y que, en consecuencia se puede llegar a una política de acuerdos frente a otra de imposición o de oposición radical, que con frecuencia termina por ser paralizante.

Llevaré de nuevo el ascua a mi sardina para insistir una vez más en la importancia de la cultura de los matices como herramienta necesaria para el diálogo y para enfrentarse también a la práctica política de una forma más constructiva y menos envenenada.

Es todo por hoy. Buenas tardes y hasta la próxima.
Paco Santibáñez

jueves, 19 de febrero de 2009

Hasta el moño de cainismo paralizante

Estamos hoy sumergidos en una profunda crisis económica con efectos dramáticos sobre un amplio sector de la población: un 14% de parados un montón de hogares endeudados hasta las cejas y sin ingresos que les permitan hacer frente a los pagos comprometidos; un número creciente de pequeñas empresas en trance de cierre a las que los bancos niegan cicateramente unos créditos que podrían permitirles sortear los peores momentos de la crisis. Paralelamente afloran enormes estafas llevadas a cabo por personas poderosas y con enorme reconocimiento en el mundo de las finanzas. Junto a ellos otros miembros de la jet financiera responsables principales de la actual crisis se premian a sí mismos de manera generosa en medio del desastre y sin el más mínimo pudor. Y ello a pesar de haber recibido inyecciones económicas con muchos ceros por parte de los poderes públicos. Increíble pero cierto.

Y, mientras tanto, ¿en qué andan amplia y vergonzosamente ocupados nuestros medios de comunicación y, para más inri, nuestros políticos?. Pues andan ensimismados en contiendas electorales en las que la consigna parece ser, en lugar de hacer propuestas sólidas e imaginativas para hacer frente a la crisis, buscar por todos los medios la forma más artera de destruir a los rivales. Y esto justo en el momento en el que los ciudadanos de a pié esperaríamos de nuestros representes una actitud favorable a consensuar medidas tendentes a superar la crisis y a paliar los efectos perversos de la misma sobre amplios sectores de la población.

Me he referido también a los medios de comunicación porque la mayor parte de ellos están alineados políticamente de forma escasamente crítica (y no hablo de la totalidad por el compromiso de este blog con la cultura de los matices). En lugar de apostar por la aportación de ideas y sugerencias en positivo y de exigir de los partidos una acción conjunta contra la crisis, tan necesaria en este momento, se decantan de forma recurrente, y casi exclusiva, por la crítica partidaria y por el mismo cainismo con el que funcionan desgraciadamente nuestros partidos mayoritarios, enfrascados de forma preferente en la lucha por el poder y tratando de hacerlo utilizando como estrategia la destrucción del contrario.

Creo, sinceramente, que muchos ciudadanos estamos hartos de este modelo agresivo y estéril en la forma de hacer política por nuestros políticos y en la forma de hacer información por nuestros medios de comunicación. Claro que hay que pedir cuentas a los políticos corruptos o ineficaces, claro que hay que denunciar sus comportamientos delictivos, de dudosa moralidad, e incluso poco elegantes. Pero, en momentos como el actual, se echa de menos en los medios de comunicación una actitud más estimulante y creativa, que impulse a nuestros políticos a buscar líneas de actuación negociada y consensuada. Se trataría así de intentar evitar que esta crisis arrastre consigo a sectores todavía más amplios de la sociedad, abocando a la misma a una crisis social sin precedentes. Desafortunadamente no parece que estén muy dispuestos a recorrer ese camino. Andan demasiado entretenidos también en las peleas partidarias. Ah, y también en los "realitis" de todo tipo que impulsan a jóvenes y no tan jóvenes a buscar fama y dinero por caminos tortuosos.

Iba a terminar diciendo que no tengo ninguna confianza en que vayan a modificarse en una dirección mejor los comportamientos de unos y otros, pero como en los planteamientos de este "bloguero" sigue vigente la afirmación de que tiene más dudas que certezas, dejo un margen para esperar incluso lo poco probable. Espero que esta esperanza no se frustre una vez más.

Un saludo y hasta la próxima