sábado, 23 de mayo de 2009

“Memoria de Euskadi”: Un libro para leer

Se trata de un libro de reciente publicación del que estoy terminando una primera lectura y del que pienso hacer una segunda más detenida. Y eso a pesar de sus más de mil trescientas páginas. ¡Tan interesante me parece! He de confesar que la noticia de su publicación, y a pesar del interés del tema, no me hizo ir corriendo a la librería para devorarlo. Su autora, María Antonia Iglesias, conocida por su trayectoria como directora en su día de los servicios informativos de TVE, y, más recientemente, como tertuliana en diferentes medios de comunicación -como casi todos, perfectamente alineados-, no la convertían precisamente en santo de mi devoción. Sus afirmaciones casi siempre “sobradas” y carentes de matices me han resultado a menudo formalmente antipáticas incluso cuando en ocasiones mi pensamiento coincidiera con el suyo. Su agresividad y su arrogancia al plantearlas, su menosprecio y falta de respeto de las opiniones ajenas, me han producido casi siempre una notable sensación de rechazo.


Como puede apreciarse, he superado mis reticencias y he terminado por adquirirlo y además por leerlo con verdadera fruición. Mi curiosidad intelectual y mi deseo de no dejarme llevar por los prejuicios ya me inclinaban a hacerlo. La recomendación de un buen amigo y una lectura parcial del prólogo de Javier Elzo y de la introducción de la autora, hecha a salto de mata en la propia librería, terminaron por quebrar mis reticencias. Y, desde luego, no me arrepiento en absoluto. Me parece una publicación cuya lectura resultará de suma utilidad a quienes tengan curiosidad por aproximarse a entender la historia del denominado “conflicto vasco” en el último medio siglo, y especialmente en los últimos 35 años.


El libro consta de dos interesantes prólogos, uno del sociólogo vasco Javier Elzo y otro de Daniel Innerarity, filósofo y ensayista, premio nacional de literatura 2004 en la modalidad de ensayo. Ambos, junto con la introducción de la autora ayudan en su lectura. Ahora bien, lo fundamental y lo realmente interesante del libro son las confesiones personales de los treinta y dos personajes muy bien elegidos y muy bien entrevistados por María Antonia Iglesias. Son todos los que están, aunque faltan algunos que no han querido estar. La autora ha tenido, por lo demás, el buen gusto y el acierto de dejar todo el protagonismo a los entrevistados hasta el punto de que ni siquiera aparecen en el texto sus preguntas. Unas preguntas que se adivinan, sin embargo, por debajo y que se aprecian certeras.


A lo largo de las páginas del libro los entrevistados van desgranando su visión de los acontecimientos de los últimos cincuenta años (desde la aparición en escena de ETA), su participación en ellos y la justificación de la propia actuación, su percepción e interpretación de las actitudes y actuaciones de los demás personajes y agentes de la vida política, amigos y aliados, adversarios y enemigos. Esto permite una visión caleidoscópica y entrecruzada de los acontecimientos y de las interpretaciones de los mismos. Esto posibilita también al lector situarse ante los hechos y analizarlos desde los diferentes enfoques y perspectivas y enriquecer así su visión de los mismos, percibiéndolos en toda su complejidad. También hace posible una aproximación al conocimiento de las ideas, motivaciones y comportamientos de los protagonistas, tanto por lo que ellos explican sobre sí mismos y su acción política, como por lo que los otros piensan sobre ellos y sus actuaciones. Y lo cierto es que no todos salen muy bien parados de la prueba. Algunos, en mi opinión, terminan peor parados por lo que dicen de si mismos, de los suyos y de los adversarios, que por lo que dicen los demás sobre ellos. Se trata sobre todo de aquellos que son incapaces de hacer autocrítica de sus propios errores y de reconocer a los demás sus aportaciones. Un comportamiento que adquiere su peor perfil cuando se acompaña de insultos dirigidos a propios y extraños.


En próximas fechas, si no cambio de idea, tengo pensado dedicar algunas entradas del blog a recoger el perfil que se dibuja en el libro de algunos de los personajes más relevantes, a partir tanto de lo que ellos mismos dicen, como de la visión que se desprende de las opiniones y juicios de valor de los demás. Si tengo que elegir, me quedo para empezar con Arzallus, Josu Jon Imaz, Ramón Jaúregi y Patxi López. Tal vez también con Ardanza, Mayor Oreja y Regina Otaola, por ampliar el abanico. Ya veremos.


De momento nada más por hoy. Un saludo y hasta la próxima.


¡Ah! Se me olvidaba. El libro de referencia está editado por Aguilar en 2009 y su precio es de 30 euros.

jueves, 21 de mayo de 2009

Frente a sectarismos y simplificaciones


Para empezar mi reflexión recojo aquí unas viñetas de Ricardo, tomadas del diario El Mundo que son en sí mismas un editorial crítico frente a los sectarismos. En este caso se trata de sectarismos de partido con motivo de un acontecimiento de actualidad en la Comunidad Valenciana que afecta al PP.


Como puede verse, se trata de una crítica certera a la doble vara de medir que, lamentablemente, suelen aplicar nuestros partidos políticos al enjuiciar los comportamientos de los suyos y de los otros. Triste pero real.


Claro que, puestos a reflexionar sobre sectarismos y simplificaciones o, por decirlo de otro modo, de simplificaciones sectarias, quiero referirme brevemente también a la más reciente, en este caso con el PSOE como protagonista. Me estoy refiriendo a los videos publicitarios de su campaña para las elecciones europeas. Difícilmente puede uno imaginarse algo más simplificador. Me atrevería a decir, si me apuras, que me parecen un insulto a la inteligencia, incluso como diría un amigo mío, para la inteligencia del tonto medio en Suecia. Aunque seguramente casi todo el mundo los ha visto por televisión, aquí dejo el enlace de uno de ellos para que cada uno juzgue.


http://www.youtube.com/watch?v=Hz4je52ke6w


Y, ya puestos a criticar simplificaciones, no puedo evitar referirme a la que me ha despertado esta mañana escuchando una cadena de radio. Lamento no poder hacer la cita de manera rigurosamente textual (los años no pasan en vano), pero se trata muy aproximadamente de la siguiente formulación, hecha en un resumen de noticias: “La Iglesia Católica viola y maltrata a miles de niños”.


Para interpretar una formulación tan simplista se me ocurren, tres posibles explicaciones y, desde luego, ninguna de ellas dice nada bueno para el autor o autores. O se trata de una simplificación irreflexiva del redactor, en plan tópico de moda; o se trata de una prueba de la incapacidad de quien la hace para distinguir la parte del todo; o se trata simple y llanamente de zaherir a una institución que al autor le resulta antipática.


No voy a convertirme aquí en un defensor ingenuo y acrítico de una institución como la Iglesia, y especialmente de la Iglesia jerárquica. A lo largo de la historia ha habido suficientes pronunciamientos y actuaciones de muchos de sus miembros, incluidos sus más altos jerarcas, como para que resulte una tarea más que complicada. Pero, pese a todo, la afirmación de referencia, formulada de manera tan burda, me parece tremendamente injusta para una gran cantidad de católicos que, formando parte de esa iglesia, no sólo no tienen nada que ver, sino que deploran profundamente las actuaciones y comportamientos de referencia y dedican buena parte de su vida a ayudar a los más desfavorecidos, asumiendo tareas extraordinariamente incómodas. ¿Es que ellos no forman parte también de esa Iglesia Católica? ¿Acaso son también ellos culpables?.


Pero no sólo me preocupa ese carácter injusto de una afirmación tan poco matizada. Quiero llamar especialmente la atención sobre la incapacidad para la fineza lingüística o sobre el escaso rigor intelectual de quienes, en tareas de comunicación en medios de reconocido prestigio social, son capaces de hacer formulaciones tan escasamente rigurosas, por no decir tan profundamente simplistas. Una pena.


Es todo por hoy. Buenos días y hasta la próxima

lunes, 11 de mayo de 2009

Los blogs de Urkullu y Anasagasti: pretexto para una reflexión


Me acabo de dar un paseo por los blogs de Iñigo Urkullu y de Iñaki Anasagasti. Me apetecía ver como respiraban dos figuras del nacionalismo vasco, uno presidente del Euskadi Buru Batzar y otro con una larga trayectoria como miembro del Congreso y del Senado. Ya me he referido en otras entradas de este blog a las primeras reacciones un tanto airadas de algunos dirigentes a la intención del PSOE (hoy ya realidad) de encabezar el gobierno vasco con el apoyo del PP. Ahora quería ver también sus manifestaciones a más corta distancia y pulsar a la vez la opinión de quienes incorporan sus comentarios en los citados blogs (en su gran mayoría nacionalistas). He podido constatar, y no me ha extrañado gran cosa, que la casi totalidad de los mismos respiran por la herida. Al fin y al cabo todos los partidos políticos que pierden el poder suelen hacerlo. Es siempre más fácil culpar de nuestros males a la perversidad del contrario que hacer una saludable autocrítica. En el ámbito estatal, cuando el PSOE pierde el poder culpa de su derrota a las campañas de difamación de sus rivales y de los medios afines. Cuando lo pierde el PP atribuye su derrota a las injurias y mentiras de los rivales ampliadas por los suyos. No voy a quitarles una parte de la razón, ya que, en este país cainita, las campañas electorales se basan más en el desprestigio del contrario que en la presentación de propuestas en positivo. Sin embargo a la hora de repartir responsabilidades creo que todos deberíamos ser mucho menos indulgentes con nosotros mismos y tener la capacidad de aceptar, en lo privado y en lo público, que, así como nuestros éxitos se deben en buena parte a nuestros aciertos, también nuestros fracasos se deben al menos en la misma proporción a nuestros propios errores. Y creo que es bueno, desde luego para la higiene democrática, pero hasta para la salud mental, reconocerlo.

A la vista de los que suele ser el ejemplo de los dirigentes de los partidos, no me sorprende, que muchos de los militantes de base que dejan sus comentarios en los citados blogs atribuyan el desalojo del poder del PNV a “las mentiras de Patxi López y del PSE” o “al cinismo del PP, que apoya en Euskadi a quien denuesta en Madrid”; o alternativamente “al afán revanchista de ambos”, “a su ánimo de deshacer todo lo bueno que por este país y su cultura ha hecho el PNV”, o “a su deseo de convertir a Euskadi en una región más de la España Una”. Al fin y al cabo el tono no difiere mucho del que se aprecia- en los comentarios postelectorales en otros ámbitos (municipales, autonómicos, estatales), ya sea en las tribunas públicas, ya en blogs semejantes de personajes de otros partidos. Es hasta cierto punto comprensible, pero tan triste como escasamente compatible con un análisis riguroso. En la realidad, ni nosotros ni los nuestros (si los tenemos) somos tan buenos, ni los otros, incluidos nuestros adversarios políticos (si también los tenemos), son tan malos. A no ser que, incluso manifestándose partidarios de una sociedad laica, militantes y simpatizantes de los distintos partidos se hayan (nos hayamos) convertido en fieles seguidores de una religión distinta, la del partido en el que militan o del que son-somos, simpatizantes. De un modo u otro corremos el riesgo de convertirnos en paradojas ambulantes, críticos de los dogmatismos religiosos y .llamativa y conmovedoramente acríticos y fieles a la “religión” del partido.

Vamos a ver. ¿Por qué no podemos aceptar –incluso desde nuestras más profundas convicciones- que nadie (persona o partido) está en posesión de toda la verdad, que nadie (persona o partido) tiene “la solución” a todos los problemas, qué nadie (persona o partido) tiene “la respuesta” a todos los interrogantes y desafíos que nos plantea el presente y que nos seguirá planteando el futuro? ¿Por qué una fidelidad mal entendida, rayana con la profesión de fe, perturba tanto la inteligencia de personas reconocidamente capaces como para impedirles aceptar los propios errores y captar lo de positivo que pueden tener las ideas y planteamientos de los otros, incluso si se trata de rivales políticos?. Porque, si no se trata de algún tipo de enajenación mental transitoria, estaríamos hablando de cinismo puro y duro.

Creo sinceramente que hemos de ser capaces de respondernos con honestidad y sin engañarnos a estas preguntas. Es necesario que todos lo hagamos si queremos buscar respuestas y soluciones democráticas a los interrogantes y problemas que se plantean a la sociedad de hoy, una sociedad coyunturalmente afectada por una muy dura crisis económica, pero que tiene además serios problemas de adaptación estructural a una nueva época de globalización y de aceleración de los cambios. Esta sociedad no puede permitirse que ninguna idea inteligente, ninguna propuesta constructiva, sea menospreciada por el solo hecho de que no se nos ha ocurrido a nosotros o a los nuestros. Todas las personas, todos los grupos tienen alguna vez buenas ideas y buenos argumentos para sostenerlas. Sería bueno por ello que todos también desarrolláramos una mente abierta para escucharlas, la suficiente inteligencia para reconocerlas y la necesaria dosis de generosidad para reconocer el mérito de quien las aporta, incluso si se trata de un rival político.

Para terminar, quiero hacer un bucle y volver al detonante de esta reflexión. Entiendo que los militantes y simpatizantes del PNV se sientan inquietos. Es lógico. Hasta ahora su partido ha marcado durante muchos años las líneas básicas de gobierno del País Vasco, a veces en solitario y en algunas otras en coalición con diferentes partidos (recuerdo con nostalgia los gobiernos de coalición de Ardanza). Frente a los que les niegan el pan y la sal, soy de los que creen que todos los gobiernos han hecho cosas positivas, incluso muy positivas, para la sociedad vasca en los ámbitos económico, social, sanitario, etc.. Valoro incluso muy positivamente aspectos sistemáticamente criticados por algunos, como el esfuerzo hecho en el campo de la recuperación y desarrollo de la cultura propia. Y eso a pesar de que no siempre he estado de acuerdo con determinadas decisiones y con las formas de llevarlas a la práctica. Pero, como ya he dejado constancia en otras entradas, valoro también muy negativamente la incapacidad mostrada por el último gobierno, y especialmente por su lehendakari, para entender en la práctica el carácter plural y pluricultural de esta sociedad y la necesidad de que quien gobierne lo tenga convenientemente en cuenta. Su terquedad en un planteamiento radicalmente soberanista, que divide también radicalmente a la sociedad vasca, lo considero un error; como también creo que lo considera un sector muy importante de su propio partido. Ya sé que algunos dirigentes históricos así lo querían y que también lo defienden muchos militantes de base (se puede ver en los blogs de referencia), pero no creo que eso sirva de justificación suficiente para un líder responsable. Cuando una sociedad está divida, lo inteligente es buscar puntos de encuentro. Acentuar las grietas yo diría, si no me lo impidieran los principios fundacionales de este blog, que es simplemente funesto.

Por eso mismo quiero concluir mi reflexión expresando el deseo y la esperanza, y no se seguro si la confianza, de que el gobierno del PSE, encabezado por Patxi López, sea capaz de cumplir su compromiso expreso de gobernar para todos y contra nadie, de gobernar escuchando, de tener muy presentes a todos los ciudadanos, de buscar puntos de encuentro y de no hurgar innecesariamente en las heridas.

Es todo por hoy. Buenas tardes y hasta la próxima

miércoles, 6 de mayo de 2009

De ibarretxes y de lópeces


Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe y … López. Si el presidente de los Estados Unidos de América se apellida Obama y es un negro de origen africano, no alcanzo a comprender como todavía hoy puede haber en el País Vasco quienes sientan un fuerte sarpullido ante el hecho de ver asociado el título de lehendakari con el apellido López. Al fin y al cabo fue Don Diego López de Haro quien convirtió la aldea marítima de Bilbao en villa el 15 de junio de 1300. Cosas de la historia. Una historia que nos explica de forma continua cómo no hay realidad social que permanezca inmutable con el paso del tiempo. Todo en la vida fluye.Y lo hace de tal modo que una parte constitutiva de la realidad, incluso de las que pretenden mantener la apariencia de una gran estabilidad, es el hecho de ser eso, histórica, y por tanto evolutiva y cambiante. De tal modo es así, que cualquier estructura social actual es el resultado, junto con los inevitables condicionamientos naturales, de la interacción de las personas y grupos que la han ido configurando a lo largo del tiempo, con tensiones, con acuerdos y desacuerdos, con interferencias e interacciones sociales, culturales, políticas, etc. Y, para entenderlo no hace falta ir muy lejos. Basta echar una ojeada a cómo en los últimos años nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad progresivamente más multicultural y multiracial, como resultado de unos flujos de una envergadura hasta hace poco desconocida, que acompañan a la globalización.

Parto de esta reflexión para aterrizar en el reconocimiento del hecho de que la sociedad vasca actual es como es: desarrollada, multicultural, dinámica y bilingüe, políticamente compleja y con sentimientos de pertenencia desigual entre sus ciudadanos. Es la sociedad construida por los Goikoetxea y los Llorente, por los Goirizelaia y los Gómez, por los Ibarretxe y los López, como resultado de sus relaciones de colaboración y conflicto, de convivencia y explotación, de acuerdos y desacuerdos, de encuentros y desencuentros, distribuidos de forma desigual a lo largo del tiempo. Es la sociedad del PNV y de EA, y de Aralar y de sus apoyos, pero también la sociedad del PSE, del PP, de EB y de UPyD y los suyos. Dicho de otro modo, es una sociedad políticamente dividida, prácticamente por mitades, entre quienes apoyan a partidos nacionalistas y quienes lo hacen a otros partidos. Y no hay, en mi opinión, ninguna razón para suponer que unos quieran más que otros a su país. Simplemente lo quieren de manera diferente.

Desde esta consideración, creo que comete un grave error quien desde una posición política respaldada, en el mejor de los supuestos, por la mitad de la población, pretenda gobernar sin tener en cuenta o directamente en contra de la otra. Esa es la sensación que ha tenido la parte no nacionalista de la población con los planteamientos soberanistas radicales, especialmente en la última legislatura, del ya exlehendakari Ibarretxe. Desde esta misma consideración espero del próximo gobierno de Patxi López una acción política de carácter trasversal, que no vaya en contra de nadie –excepción hecha de los violentos- y que busque la colaboración con los sectores del nacionalismo –que los hay- partidarios también de esa trasversalidad. Ya me gustaría también –y no pierdo la esperanza- que esta retirada a los cuarteles de invierno sirviera al PNV, con Urkullu a la cabeza, para recuperar esa corriente, tan bien representada en su día por su predecesor, Josu Jon Imaz. Ya me gustaría también que el PP modulara a su vez sus posiciones para favorecer aproximaciones creadoras. Reconozco que el discurso de ayer de Ibarretxe no invita demasiado al optimismo, como tampoco invita el hecho de que el portavoz del PNV en el parlamento vasco siga siendo Egibar. Pero, tiempo al tiempo; en la vida todo fluye y las cosas pueden cambiar. No es que yo sea un optimista antropológico, como Zapatero, pero no me gusta dimitir de la esperanza de un feliz encuentro entre los ibarretxes y los lópeces.
Es todo por hoy. Hasta la próxima