lunes, 11 de mayo de 2009

Los blogs de Urkullu y Anasagasti: pretexto para una reflexión


Me acabo de dar un paseo por los blogs de Iñigo Urkullu y de Iñaki Anasagasti. Me apetecía ver como respiraban dos figuras del nacionalismo vasco, uno presidente del Euskadi Buru Batzar y otro con una larga trayectoria como miembro del Congreso y del Senado. Ya me he referido en otras entradas de este blog a las primeras reacciones un tanto airadas de algunos dirigentes a la intención del PSOE (hoy ya realidad) de encabezar el gobierno vasco con el apoyo del PP. Ahora quería ver también sus manifestaciones a más corta distancia y pulsar a la vez la opinión de quienes incorporan sus comentarios en los citados blogs (en su gran mayoría nacionalistas). He podido constatar, y no me ha extrañado gran cosa, que la casi totalidad de los mismos respiran por la herida. Al fin y al cabo todos los partidos políticos que pierden el poder suelen hacerlo. Es siempre más fácil culpar de nuestros males a la perversidad del contrario que hacer una saludable autocrítica. En el ámbito estatal, cuando el PSOE pierde el poder culpa de su derrota a las campañas de difamación de sus rivales y de los medios afines. Cuando lo pierde el PP atribuye su derrota a las injurias y mentiras de los rivales ampliadas por los suyos. No voy a quitarles una parte de la razón, ya que, en este país cainita, las campañas electorales se basan más en el desprestigio del contrario que en la presentación de propuestas en positivo. Sin embargo a la hora de repartir responsabilidades creo que todos deberíamos ser mucho menos indulgentes con nosotros mismos y tener la capacidad de aceptar, en lo privado y en lo público, que, así como nuestros éxitos se deben en buena parte a nuestros aciertos, también nuestros fracasos se deben al menos en la misma proporción a nuestros propios errores. Y creo que es bueno, desde luego para la higiene democrática, pero hasta para la salud mental, reconocerlo.

A la vista de los que suele ser el ejemplo de los dirigentes de los partidos, no me sorprende, que muchos de los militantes de base que dejan sus comentarios en los citados blogs atribuyan el desalojo del poder del PNV a “las mentiras de Patxi López y del PSE” o “al cinismo del PP, que apoya en Euskadi a quien denuesta en Madrid”; o alternativamente “al afán revanchista de ambos”, “a su ánimo de deshacer todo lo bueno que por este país y su cultura ha hecho el PNV”, o “a su deseo de convertir a Euskadi en una región más de la España Una”. Al fin y al cabo el tono no difiere mucho del que se aprecia- en los comentarios postelectorales en otros ámbitos (municipales, autonómicos, estatales), ya sea en las tribunas públicas, ya en blogs semejantes de personajes de otros partidos. Es hasta cierto punto comprensible, pero tan triste como escasamente compatible con un análisis riguroso. En la realidad, ni nosotros ni los nuestros (si los tenemos) somos tan buenos, ni los otros, incluidos nuestros adversarios políticos (si también los tenemos), son tan malos. A no ser que, incluso manifestándose partidarios de una sociedad laica, militantes y simpatizantes de los distintos partidos se hayan (nos hayamos) convertido en fieles seguidores de una religión distinta, la del partido en el que militan o del que son-somos, simpatizantes. De un modo u otro corremos el riesgo de convertirnos en paradojas ambulantes, críticos de los dogmatismos religiosos y .llamativa y conmovedoramente acríticos y fieles a la “religión” del partido.

Vamos a ver. ¿Por qué no podemos aceptar –incluso desde nuestras más profundas convicciones- que nadie (persona o partido) está en posesión de toda la verdad, que nadie (persona o partido) tiene “la solución” a todos los problemas, qué nadie (persona o partido) tiene “la respuesta” a todos los interrogantes y desafíos que nos plantea el presente y que nos seguirá planteando el futuro? ¿Por qué una fidelidad mal entendida, rayana con la profesión de fe, perturba tanto la inteligencia de personas reconocidamente capaces como para impedirles aceptar los propios errores y captar lo de positivo que pueden tener las ideas y planteamientos de los otros, incluso si se trata de rivales políticos?. Porque, si no se trata de algún tipo de enajenación mental transitoria, estaríamos hablando de cinismo puro y duro.

Creo sinceramente que hemos de ser capaces de respondernos con honestidad y sin engañarnos a estas preguntas. Es necesario que todos lo hagamos si queremos buscar respuestas y soluciones democráticas a los interrogantes y problemas que se plantean a la sociedad de hoy, una sociedad coyunturalmente afectada por una muy dura crisis económica, pero que tiene además serios problemas de adaptación estructural a una nueva época de globalización y de aceleración de los cambios. Esta sociedad no puede permitirse que ninguna idea inteligente, ninguna propuesta constructiva, sea menospreciada por el solo hecho de que no se nos ha ocurrido a nosotros o a los nuestros. Todas las personas, todos los grupos tienen alguna vez buenas ideas y buenos argumentos para sostenerlas. Sería bueno por ello que todos también desarrolláramos una mente abierta para escucharlas, la suficiente inteligencia para reconocerlas y la necesaria dosis de generosidad para reconocer el mérito de quien las aporta, incluso si se trata de un rival político.

Para terminar, quiero hacer un bucle y volver al detonante de esta reflexión. Entiendo que los militantes y simpatizantes del PNV se sientan inquietos. Es lógico. Hasta ahora su partido ha marcado durante muchos años las líneas básicas de gobierno del País Vasco, a veces en solitario y en algunas otras en coalición con diferentes partidos (recuerdo con nostalgia los gobiernos de coalición de Ardanza). Frente a los que les niegan el pan y la sal, soy de los que creen que todos los gobiernos han hecho cosas positivas, incluso muy positivas, para la sociedad vasca en los ámbitos económico, social, sanitario, etc.. Valoro incluso muy positivamente aspectos sistemáticamente criticados por algunos, como el esfuerzo hecho en el campo de la recuperación y desarrollo de la cultura propia. Y eso a pesar de que no siempre he estado de acuerdo con determinadas decisiones y con las formas de llevarlas a la práctica. Pero, como ya he dejado constancia en otras entradas, valoro también muy negativamente la incapacidad mostrada por el último gobierno, y especialmente por su lehendakari, para entender en la práctica el carácter plural y pluricultural de esta sociedad y la necesidad de que quien gobierne lo tenga convenientemente en cuenta. Su terquedad en un planteamiento radicalmente soberanista, que divide también radicalmente a la sociedad vasca, lo considero un error; como también creo que lo considera un sector muy importante de su propio partido. Ya sé que algunos dirigentes históricos así lo querían y que también lo defienden muchos militantes de base (se puede ver en los blogs de referencia), pero no creo que eso sirva de justificación suficiente para un líder responsable. Cuando una sociedad está divida, lo inteligente es buscar puntos de encuentro. Acentuar las grietas yo diría, si no me lo impidieran los principios fundacionales de este blog, que es simplemente funesto.

Por eso mismo quiero concluir mi reflexión expresando el deseo y la esperanza, y no se seguro si la confianza, de que el gobierno del PSE, encabezado por Patxi López, sea capaz de cumplir su compromiso expreso de gobernar para todos y contra nadie, de gobernar escuchando, de tener muy presentes a todos los ciudadanos, de buscar puntos de encuentro y de no hurgar innecesariamente en las heridas.

Es todo por hoy. Buenas tardes y hasta la próxima

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