jueves, 5 de marzo de 2009

Cambio de orientación sí, pero hacia dónde y con qué pilotos

Una reflexión a propósito de los resultados electorales en el país Vasco (II)

En los resultados de las elecciones del 1M en el País Vasco se confirma una vez más, (esto no es nuevo, por más que algunos así lo crean) que los partidos nacionalistas y no nacionalistas se reparten los votos al 50 por ciento con ligeras oscilaciones en un sentido o en otro. Esta vez ligeramente por encima para los últimos. Claro que el nacionalismo vasco argüirá que, de haber podido participar el abertzalismo proetarra, las cosas podrían haberse equilibrado o incluso haber cambiado ligeramente de signo. Lo cierto es que ellos son los únicos responsables. Bastaría con que hubieran condenado la violencia como herramienta política. La violencia no tiene cabida en un sistema democrático que se precie.

Si se asume, pues, el hecho de esta división por mitades de la sociedad vasca, -y no hacerlo sería negar tercamente la realidad- no son de recibo los comportamientos políticos que traten de negar el pan y la sal a una mitad de la población, bien ignorándola o bien agrediéndola directamente en sus convicciones o en sus intereses. Por eso he vivido con desagrado la obcecada deriva de Ibarretxe hacia políticas propias de un nacionalismo radical orientado a la secesión, en contra no sólo de la mitad de la población no nacionalista, sino también de una parte no despreciable de su propio partido, con una visión más moderada y realista de las características de una sociedad tan compleja y plural como la vasca. Por eso también me produciría frustración que, de estas elecciones surgiera un gobierno que incurriera, a la inversa, en los mismos errores. Lo mismo que estimábamos antes un grave error el menosprecio por parte de un amplio sector del nacionalismo vasco hacia las opciones no nacionalistas, asignándoles sin matices el calificativo de centralistas o sucursalistas, estimaríamos también un error igualmente grave que un hipotético y posible futuro gobierno no nacionalista hiciera lo propio adoptando políticas de confrontación radical frente al nacionalismo. Ya hemos repetido varias veces, en otras entradas de este mismo blogg, que nadie tiene toda la verdad y todas las soluciones a los problemas que se han de afrontar. Siempre es posible que el otro tenga una parte de la verdad, y despreciarla es como mínimo estúpido. Y no sería una justificación obcecarse en hacer algo, aunque esté mal, recurriendo a la excusa de que los otros también lo hicieron.

Una vez hechas estas observaciones, no quisiera sacar demasiadas conclusiones sobre cual debería ser la configuración del próximo gobierno vasco. Más bien prefiero sacar algunas sobre lo que me parece que no debería ser y tan sólo barajar algunas opciones que me parecen razonables.

En primer lugar creo que, a la vista del comportamiento político de Ibarretxe, terco y obcecado especialmente en la última legislatura, debería excluirse la posibilidad de que siga formando parte de cualquier gobierno y menos encabezarlo. Pienso que –y siento decirlo por mis amigos nacionalistas, que son bastantes- su última legislatura ha sido dañina para el país y, me atrevería a decir, hasta para el propio nacionalismo. Ahí está para mostrarlo la crisis del PNV que terminó con la salida de la dirección del mismo de unos personajes tan valiosos como Josu Jon Imaz y Miren Josune Ariztondo (secretaria con él del E.B.B.). ¡Cuánto los añorarán ahora muchos miembros del PNV que se plegaron a las maniobras subterráneas de Arzallus y Egibar!.


En segundo lugar, en mi opinión, -que, por cierto, es ni más ni menos la de un ciudadano preocupado- , sería igualmente dañino para esta sociedad que la relación de fuerzas resultante de las elecciones derivara en la constitución de un gobierno con ánimo revanchista frente al nacionalismo. Cualquier gobierno nuevo ha de imprimir su propia impronta en la acción política, tratando de corregir errores y excesos del pasado, pero sin intentar hacer tabla rasa de nada. La prudencia y el respeto a todos los ciudadanos y la búsqueda de colaboración y consenso –siempre que sea posible- con los demás grupos debería imponerse como criterio de gobierno, sobre todo en una época tan delicada como la presente. Esto no quiere decir que no pueda haber un gobierno sin nacionalistas, sólo que no tiene por que ser antinacionalista. Me vale como razón la misma que he utilizado para criticar duramente al lehendakari saliente y a su gobierno. Tampoco serían de recibo actitudes del nacionalismo frente a un hipotético gobierno de este tipo, como las que sugiere el comentario de IñigoUrkullu (por cierto, antiguo alumno mío y buena gente, por lo demás) considerando esta opción como un “golpe institucional”. Después de unas elecciones gobierna aquel que es capaz de reunir una mayoría suficiente para gobernar. Así lo viene haciendo el propio PNV en diputaciones forales en las que no era el partido más votado.

Aparte de estas opciones quiero contemplar dos más. Ambas tienen en común el incluir en ellas una coalición entre los dos partidos mayoritarios: el PNV y el PSE. La diferencia vendría dada por la procedencia de quien estaría al frente del gobierno: alguien del PNV o el secretario del PSE Patxi López. Después de lo que he dicho más arriba, se entenderá que excluya a Ibarretxe como posible futuro Lehendakari.

Cualquiera de las dos hipótesis tendría la ventaja de ofrecer la posibilidad de un gobierno integrador, que tendría virtualidad para serlo de todos los vascos, asumiendo el carácter plural e intercultural de la sociedad vasca. Me referiré brevemente a cada una de las dos posibilidades.

La primera opción, un gobierno de coalición PNV-PSE encabezado por un lehendakari peneuvista sólo sería posible si el PNV renunciara a Ibarretxe como cabecera. Su trayectoria política le invalida para encabezar un gobierno integrador y, desde luego, no creo que el PSE esté dispuesto a aceptarlo y con razón.. El Lehendakari debería ser un nacionalista moderado, del corte de Josu Jon Imaz (ojalá pudiera haber sido él mismo), capaz de negociar con el PSE y con Patxi López (posible vicelehendakari) un programa de gobierno templado e integrador, respaldado por un amplio sector de la sociedad. Esta opción respetaría el hecho de que el PNV haya sido el partido más votado. A día de hoy el PNV parece resistirse a la retirada de Ibarretxe del protagonismo político. En mi opinión se equivoca gravemente.

La segunda posibilidad sería un gobierno de coalición encabezado por el PSE, en la figura de Patxi López. Esta opción sería también razonable ya que pondría al frente de gobierno a alguien que expresaría el hecho de que en las últimas elecciones el porcentaje de votos de los partidos no nacionalistas ha sido superior al de los partidos nacionalistas. Si tenemos en cuenta la resistencia del PNV a sacrificar a Ibarretrxe en la opción anterior, no parece que vaya a estar en absoluto receptivo con esta segunda opción. Y sin embargo debería recordar que, en una situación semejante en 1986, tras unas elecciones ganadas por el PSE con dos diputados más que el PNV, el PSE aceptó participar en un gobierno de coalición presidido por el peneuvista Ardanza, con Ramón Jaúrgui, secretario general del PSE como vicelehendakari. Fue una legislatura que la mayoría de la población recuerda como una de las más constructivas e integradoras desde la recuperación del sistema democrático.

Es posible que haya opciones que yo no he recogido aquí, pero cualquiera de ellas es posible si todos los partidos son capaces de respetar los principios del funcionamiento democrático –lo que debería suponerse- y de ponerse al servicio de los intereses de los ciudadanos por encima de los intereses de partido, lo que tristemente no me atrevo a esperar.

En todo caso, el propio Ramón Jauregui señalaba ayer que “todas las opciones de gobierno son posibles, por lo que debe reinar la prudencia y la calma”. Pues bien, vamos a estar tranquilos –si nos dejan- y a esperar lo que nos depara el futuro.

Un saludo y hasta la próxima

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me atrevo a decir que con estas lineas has expresado el pensamiento de muchos ciudadanos de esta tierra.
Es muy importante, que en sus negociaciones, el PSE actue con inteligencía y responsabilidad. Confio en que así lo haran.
Me ha gustado tu exposición por su fácil entendimiento.
Un saludo
Marilén