miércoles, 20 de enero de 2010

¿Derechos del estudiante o demagogia barata?

La justificada atención preferente que los medios de comunicación dedican estos días a la tragedia de los haitianos ha minimizado el interés por cualquier otra noticia. Entre otras cosas ha hecho que se diluyera un poco la atención prestada a un artículo de la normativa aprobada recientemente por la Universidad de Sevilla. En la parte correspondiente a la 'Normativa Reguladora de la Evaluación y Calificación de las Asignaturas', aprobada recientemente por el consejo de gobierno de dicha Universidad, se establece que los profesores que sorprendan a un alumno copiando no podrán, como era costumbre, retirarles el ejercicio, expulsarlos del aula y suspenderlos. Lo que deben hacer, según el artículo 20, que regula las incidencias en los exámeneses, es dejarlos terminar la prueba e informar por escrito del caso a una comisión compuesta por tres profesores y tres estudiantes, que será la que decida si el alumno ha copiado.

En efecto, el punto 20.2 señala que "los estudiantes involucrados en las incidencias podrán completar el examen en su totalidad" y sólo podrán ser expulsados del aula "en el caso de conductas que interfieran el normal desarrollo del examen por parte de los demás estudiantes". Eso sí, el punto 20.3 reconoce a los profesores vigilantes del examen el derecho a "retener, sin destruirlo, cualquier objeto material involucrado en una incidencia", por ejemplo una chuleta, que deberá ser entregada a la comisión de docencia junto con el informe por escrito del profesor. En palabras del portavoz de la Universidad, José Álvarez, se trata de "una medida garantista, para evitar la arbitrariedad de un profesor ante una mera sospecha de que un alumno está copiando"

O sea que, si un profesor sorprende a un alumno con una “chuleta”, no tiene porque ser mal pensado y suponer que la haya preparado para copiar o que la esté utilizando para hacerlo. Habrá que suponer que puede haberla preparado por puro entretenimiento y que acaso la haya sacado por disfrutar de la emoción del momento. ¿Cómo sancionarle por eso?. Basta con retirarle su “chuleta”, y, si luego la comisión de alumnos y profesores (paritaria eso sí, que somos muy demócratas) estima que no ha copiado, aquí paz y después gloria. Me queda la duda sobre qué hacer con el alumno que ha escrito la chuleta en sus manos o en sus muñecas. ¿Cortárselas para disponer de ellas como prueba? ¿Que el profesor lleve una cámara y pida al alumno que haga un posado en toda regla, mostrando ostensiblemente su chuleta cutánea?.

Me suena todo a broma. Como alumno que fui durante muchos años, siempre tuve claro que copiar era un fraude y que , si alguien intentaba hacerlo, sacando ventaja de ello, asumía en contrapartida el riesgo de ser “pillado” y sancionado. Y esto incluso si era sorprendido tempranamente y todavía no había “cometido el delito” de copiar. Como profesor que ha ejercido durante 35 años en la enseñanza universitaria nunca he sido un obseso de la vigilancia, ni se me ha ocurrido presumir de que los alumnos no me hayan engañado (en todo caso también ellos se engañan y tratan de engañar a la sociedad). Además estoy básicamente de acuerdo con nuestro ministro de educación, Sr. Gabilondo, en la idea del interés de “buscar formas de examen (y de evaluación en general) que no dependan tanto de asuntos memorísticos ni de copiar o no copiar". Se trataría de formas más centradas en en la realización de actividades y trabajos, incluso tareas propiamente de examen, que permitan una evaluación más afinada y continua (por ahí va Bolonia). Pero de ahí a asumir el planteamiento demagógico que, en mi opinión, subyace a la normativa de referencia media un abismo.

Creo sinceramente que, bajo el disfraz de un garantismo de nuevo cuño, estamos ante un eslabón más de una cadena muy larga de manifestaciones de un pensamiento blando, basado en la sistemática reivindicación de derechos supuestos o reales, pero que deja de lado, o trata de manera muy suave la cuestión de los deberes y responsabilidades que acompañan a los derechos. Porque, digámoslo claro, uno tiene derecho a su intimidad siempre que no cometa un delito aprovechándose de ella. Uno tiene derecho a la libertad de expresión siempre que no injurie o calumnie a otros. Uno tiene derecho a seguir haciendo un examen, siempre que no se salte una regla de sentido común que todo el mundo entiende: que cuando uno se examina lo hace para dar cuenta de sus conocimientos y no para demostrar lo bien que copia.

Planteamientos como el de la universidad de Sevilla en la cuestión del “copieteo” en los exámenes no creo que estén contribuyendo para nada a la formación de personas socialmente responsables. Tampoco creo que supongan ningún tipo de avance en la conquista de derechos ciudadanos. Creo más bien que estamos ante una manifestación de demagogia barata.

Dios nos libre de los demagogos. Buenos días y hasta la próxima


6 comentarios:

Anónimo dijo...
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