miércoles, 27 de enero de 2010

Realismo y compromiso frente a la crisis

Como cada día, también esta mañana me ha despertado la radio. Y lo ha hecho la cadena SER en la voz, no identificada por mí, de uno de los participantes en la tertulia de las ocho. Se lamentaba éste de lo mal que nos trata el FMI en sus vaticinios pesimistas sobre la marcha de la economía española. Nada nuevo. Estamos acostumbrados a las quejas y desmentidos de distintos miembros del gobierno, o de sus apoyos, cada vez que cualquier organismo hace un análisis crítico o un pronóstico poco favorable sobre la evolución económica de nuestro país. Ya lo venimos viendo desde que pronosticaban la crisis y nuestro gobierno la negaba de manera sistemática. De manera también sistemática los hechos venían a confirmar los pronósticos sin que nuestros gobernantes se ruborizaran. Pero para eso están las hemerotecas. Y, para comparar, los datos incontestables de la crisis que vivimos.

Ahora, cuando las economías de algunos países como China o la India han empezado a crecer a un ritmo acelerado, cuando algunos países de nuestro entorno han cerrado su etapa recesiva y los expertos del FMI pronostican un crecimiento suave para ellos en 2010, resulta que afirman de paso que España seguirá en recesión. Algo muy grave, porque significa que el paro seguirá creciendo en un país en el que alcanza ya el 20 por ciento. Y lo que es peor: el gasto público seguirá aumentando, y con él el endeudamiento, en un país que ya está seriamente endeudado. No es de extrañar que, desde el foro económico mundial de Davos, actualmente reunido, Nouriel Roubini, considerado uno de los gurús mas reputados del Foro, que predijo en su día la crisis financiera, haya afirmado que la marcha de la economía española se ha convertido para la eurozona en un peligro potencial mayor que el que está suponiendo ya la marcha de la economía griega. Mientras tanto, hoy un ministro y mañana otro, siguen hablándonos de “brotes verdes” y de signos de esperanza. Y lo podemos entender, aunque sólo sea como un intento bienintencionado de recuperar la confianza de los ciudadanos y de evitar un desánimo que pudiera resultar paralizante.

Lo que no podemos entender es esa especie de indolencia, esa aparente incapacidad para coger el toro por los cuernos y afrontar la crisis sin demagogias, sin andar diciendo sistemáticamente a la gente lo que quiere oír, y tomando decisiones coherentes, incluso si son impopulares a corto plazo. Lo que no podemos entender es que, a estas alturas de la película nuestros gobernantes y la oposición en la parte que la toca, no hayan sido capaces de asumir el compromiso de llegar a acuerdos que sobrepasen los intereses de partido y remangarse juntos para hacer frente a una crisis que, lamentablemente, está poniendo en serio riesgo el futuro a corto y medio plazo de millones de personas.

Curiosamente el mismo “tertuliano” de referencia, haciendo un salto lógico de difícil explicación, y aprovechando que se ha extrenado o está a punto de hacerlo Invictus, una película que reivindica la figura de Mandela en la evolución de un estado racista a un estado de convivencia democrática multirracial, decía no entender el “maltrato” del FMI a un país como España cuya transición democrática, basada en mirar hacia adelante sin rencor, fue según algunos tertimonios relevantes, un modelo de referencia para el propio Mandela. Por cierto, que no veo el sentido de la relación que se pretende establecer entre una y otra cosa. Pero, puesto que el autor la utilizaba, y puesto que me ha servido a mí como pretexto para esta entrada, voy a permitirme decir algo al respecto, que sí tiene relación.

Lo mismo que ahora, en la época de la transición el país atravesaba una profunda crisis económica, con unos índices de inflación y de paro abrumadores. Había que hacer frente además a una cambio político difícil en medio de resistencias tremendas de sectores reaccionarios y de las lógicas exigencias de partidos y sindicatos ilegalizados y perseguidos por el franquismo. Y, por si fuera poco, había que hacerlo en un clima especialmente tensionado por la violencia terrorista de ETA y de los Grapos. ¿Por qué fue posible salir del atolladero? Entre otras cosas porque los gobernantes de la época, con Suárez a la cabeza (hay que reconocerle su indudable mérito) fueron capaces de trazar un plan y de fajarse para cumplirlo sin demagogia. Y también porque los partidos políticos y los sindicatos, encabezados por personajes de una talla política y de una capacidad para el diálogo y el acuerdo que hoy echamos de menos, fueron capaces de pactar política y económicamente (recordar los Pactos de la Moncloa) para , dejando de lado cada uno su programa de máximos, establecer un marco de acción compartido, a gestionar por el gobierno y a vigilar por los demás. Sólo así pudo hacerse la transición y sólo así pudo hacerse frente a la crisis económica.

Y sin embargo, ¿qué hacen hoy nuestros políticos en el poder o en la oposición que se parezca en algo a lo que fueron capaces de hacer nuestros políticos de aquellos días? Lamentablemente nada o casi nada. Ellos y todos los que se lo permitimos deben/debemos asumir la responsabilidad de lo que nos está ocurriendo. Demandémoselo, y demandemonoslo en la parte que nos toca, en lugar de buscar explicaciones en una imaginaria inquina de los organismos que dan cuenta de nuestra situación. Es posible que los pronósticos del FMI no se confirmen al 100 por cien, pero me temo que se aproximan más a la realidad que la visión a la defensiva de nuestro gobierno.

Y bien que lo siento. Buenas tardes y hasta la próxima.




No hay comentarios: