viernes, 20 de noviembre de 2009

Pragmatismo, ética y estética

Llevar a cabo de forma plausible cualquier empresa o resolver convenientemente cualquier situación más o menos complicada, de las muchas en que nos vemos implicados a lo largo de nuestra vida, nos plantea con frecuencia un juego dialéctico entre lo práctico, lo ético y lo estético. O, dicho de otro modo, lo que resulta más útil para nuestros intereses materiales, lo que comulga mejor con los principios de la ética, al menos de una ética civil de mínimos, y lo que puede causar mejor imagen de nosotros mismos ante los demás. En situaciones de este tipo, una solución estética, adoptada mirando complacer los gustos de las mayorías, puede no ser práctica y también puede responder a criterios éticos discutibles, incluso si son compartidos por amplias mayorías. Una solución práctica, puramente utilitarista, puede resultar poco estética y estar en franca contradicción con principios éticos fundamentales para la convivencia. Por su parte, una solución ética no siempre casa bien con el utilitarismo y, aunque frecuentemente puede resultar también estética, no siempre encaja bien con los gustos mayoritarios.

Para ilustrar esta reflexión voy a servirme excepcionalmente de algunos acontecimientos deportivos recientes que resultan bien expresivos. En los últimos años la selección española de futbol podría ser un buen ejemplo de cómo abordar la competición deportiva con una razonablemente buena combinación de estos tres ingredientes. Resuelve asiduamente sus partidos ganando (es práctica), lo hace jugando con habilidad y elegancia (es estética) y, salvo excepciones poco habituales, con una forma de hacer en la que apenas tienen cabida la violencia, la marrullería y la trampa (es decir, no se resiente la ética). En contrapartida me vienen a la mente otros momentos del pasado en que esta selección funcionaba con criterios mucho menos estéticos, algo más marrulleros y, curiosamente, también menos prácticos. Esto implica que la primacía del utilitarismo sobre la ética y la estética no siempre garantiza el éxito práctico. Y sin embargo ocurre a menudo que la falta de ética, e incluso de estética, permite obtener resultados que, de una forma u otra pueden considerarse exitosos. Bastaría recordar también algunos episodios deportivos en que selecciones marrulleras y poco estéticas han ganado incluso campeonatos mundiales.

Hace justamente unos días hemos tenido ocasión de ver, en el deporte ,un acontecimiento que puede contribuir a ilustrar esta reflexión. Un futbolista del equipo nacional de Francia se sirve descarada y ostensiblemente de la mano para poder luego dar un pase de gol a un compañero. Este gol sirve a su equipo para clasificarse para jugar el campeonato del mundo y dejar fuera al equipo de Irlanda y ello a pesar de un juego nada brillante ni estético de la selección francesa, superada casi siempre por el equipo rival. Se trata, pues, de una magnífica ilustración de como el sentido de lo útil se ha impuesto claramente tanto a lo ético como a lo estético. Afortunadamente, a la hora de valorar el hecho, son muchos, incluso muchos franceses, los que reprochan la actitud del futbolista tramposo , consideran éticamente lamentable su acción y confiesan que la forma de obtener el éxito práctico por su selección no resiste tampoco una mirada estética. En contrapartida, como ocurre siempre, también existen utilitaristas que consideran que lo importante es la clasificación y no el modo de obtenerla. En definitiva, la vieja cuestión de los medios y los fines.

El ejemplo deportivo es sólo eso, un ejemplo con bastante repercusión informativa, pero con una trascendencia menor que otros muchos que se producen en la vida diaria. Se me ocurre pensar, por ejemplo, en un hecho también de actualidad en que se ven implicados aspectos humanos y sociopolíticos de mayor calibre. Me refiero a la situación que vive la activista saharaui Aminatu Haidar, expulsada por Marruecos a España, en huelga de hambre en un aeropuerto para reclamar su derecho a volver a su país. Al parecer las autoridades españolas, en aras de un pragmático entendimiento con un gobierno poco respetuoso con los derechos humanos como el marroquí, la retienen en España, resistiendo incluso las presiones de Amnistía Internacional, que les ha pedido insistentemente que no la obliguen a estar en España en contra de su voluntad. Un buen ejemplo de cómo, desafortunadamente, se imponen en nuestra sociedad los criterios pragmáticos de la “real politic” sobre los valores éticos. Incluso yo diría que, también en este caso, sobre los estéticos. Especialmente si hacemos memoria y recordamos cómo en su día el partido en el poder presumía de su cercanía con el frente polisario y sus aspiraciones.

Así parecen ser las cosas. Buenos días y hasta la próxima.

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