martes, 22 de diciembre de 2009

Polémica por el nombramiento de un obispo

Hace unos días escribía yo en este blog algunas reflexiones sobre el dios que soy capaz de imaginar y, entre otras cosas venía a decir que, si dios existe -y pienso que sí- ha de ser el mismo para todos, pero inapropiable por ninguno. Lo cierto es que no tenía intención de volver sobre una cuestión que, al menos en apariencia, no parece interesar demasiado a una gran mayoría de la población, demasiado ocupada en los problemas materiales del día a día como para estar inquieta, ni siquiera un poco, por cuestiones que hacen referencia a la transcendencia del ser humano. Dos razones de diferente tipo me han impulsado a retomar el tema. La primera que un viejo colega y amigo me ha pedido que lo haga, por razones que no vienen al caso, y la segunda que la actualidad nos ofrece una vez más un ejemplo de la diversidad de interpretaciones de lo religioso -y por extensión de la idea de dios y de su presencia social- no sólo entre diferentes sectores de la sociedad civil, sino también entre distintos sectores de la iglesia institucional, cada uno de los cuales pretende, con la misma seguridad y firmeza, estar plenamente asistido de razón. Me estoy refiriendo a la polémica suscitada inicialmente con motivo del nombramiento del nuevo obispo de San Sebastián, Juan Ignacio Munilla, reavivada por las recientes declaraciones de su predecesor Juan María Uriarte, así como las del presidente del PNV y otros líderes políticos vascos.

Aunque no soy un experto en derecho , sí tengo algunos conocidos que lo son en derecho canónico; y precisamente a ellos les he oído la referencia al canon 377 del código en que se habla sobre la elección y el nombramiento de obispos. Aunque había oído de su boca el contenido, me he tomado la molestia de buscarlo para recogerlo en su literalidad y evitar así la posibilidad de traicionarlo. Dice así:

Canon 377 § 1: El Sumo Pontífice nombra libremente a los Obispos, o confirma a los que han sido legítimamente elegidos.

Canon 377 § 2: Al menos cada tres años, los Obispos de la provincia eclesiástica o, donde así lo aconsejen las circunstancias, los de la Conferencia Episcopal, deben elaborar de común acuerdo y bajo secreto una lista de presbíteros, también de entre los miembros de institutos de vida consagrada, que sean más idóneos para el episcopado, y han de enviar esa lista a la Sede Apostólica, permaneciendo firme el derecho de cada Obispo de dar a conocer particularmente a la Sede Apostólica nombres de presbíteros que considere dignos e idóneos para el oficio episcopal.

De la lectura de estos párrafos se desprende la posibilidad de que el Papa nombre libremente al obispo de cualquier diócesis, pero también queda abierta la posibilidad de que los obispos de una diócesis elijan y presenten candidatos de entre los sacerdotes que consideren dignos (parece razonable que entre los curas de su diócesis). Está claro, por tanto que, desde el punto de vista administrativo (digámoslo así) el nombramiento de Munilla, sin tener en cuenta las propuestas hechas por la diócesis se ajusta plenamente a derecho, aunque también se hubiera ajustado a derecho un nombramiento diferente, que hubiera tenido en cuenta los candidatos propuestos por la diócesis de San Sebastián. Se trata por tanto de optar para el nombramiento por una fórmula de elección con una mayor participación de la comunidad o de hacerlo sin contar para nada con ella. Y en este contexto adquieren todo su sentido las declaraciones de Uriarte relativas a sus propuestas al Vaticano para que se nombrara un obispo propuesto por la diócesis. Una propuesta que ha sido interpretada como una fórmula para asegurar el nombramiento de un obispo afín al nacionalismo vasco. Yo creo sinceramente que se trata de un procedimiento que se adapta mejor tanto a los usos de las primitivas comunidades cristianas como a la presumible madurez de los miembros activos de las comunidades actuales.

Ahora bien, la cuestión no se platearía de forma tan encrespada si no se mezclaran otros aspectos. En mi opinión el problema se ha enconado por la implicación de una doble confrontación. La primera es la que existe entre una concepción conservadora, y en algunos casos integrista y dogmática, del cristianismo, y otra más abierta, humilde, dialogante y adaptada a los tiempos. Algunos atribuyen el nombramiento de Munilla a su cercanía a la primera, aunque los testimonios que yo he podido leer o escuchar no sean siempre y del todo coincidentes.

La segunda tiene que ver con la tensión nacionalismo – antinacionalismo o, dicho de otra manera nacionalismo vasco – nacionalismo español. Según una interpretación al uso, el nombramiento de Munilla tendría que ver con la voluntad de la jerarquía de la iglesia española de poner un contrapeso al nacionalismo del clero vasco. De todos es conocida la atribución al clero y a los obispos vascos, especialmente a Setién y a Uriarte, de la condición de nacionalistas y la acusación de una cierta lenidad con el mundo abertzale radical y de tibieza en sus condenas de ETA. En mi opinión, sería estúpido negar que ha habido algunos miembros del clero alineados con el nacionalismo radical e incluso complacientes con ETA, pero en honor a la verdad hay que decir también que no son la tónica. Y, desde la perspectiva que me da el conocimiento e incluso la cercanía a bastantes personas relevantes del clero vasco, incluído el propio Uriarte (a Setién no lo he tratado, aunque confieso que no me cae bien), tengo que decir en honor a la verdad que, aceptando el hecho de que algunos puedan tener simpatía por el nacionalismo vasco, la postura habitual ha sido de condena clara de la violencia de ETA y del abertzalismo violento que milita en sus aledaños. Sólo algunas frases sacadas de contexto, y sobredimensionadas en relación con otras muy contundentes de condena de la violencia asesina de ETA, han dado la imagen de un clero y unos obispos -en particular de Uriarte- en connivencia plena con el nacionalismo vasco, más compasivos con los familiares de los asesinos que con las víctimas de los atentados, y sospechosos de algún tipo de complicidad difusa con la violencia. Creo sinceramente que resulta excesivo. Será porque la misma tendencia que me lleva a imaginar un dios más compasivo que justiciero me permite también imaginar el sufrimiento de algunos padres que, odiando la violencia, tienen la desgracia de ver a sus hijos convertidos en asesinos sin piedad, a los que sin embargo siguen queriendo. Es a ellos y no a sus hijos a los que dedica Uriarte su mirada compasiva. Y no seré yo quien se lo reproche. Otros sí lo hacen alegando, en un claro juicio de intenciones, que su compasión tiene que ver con su atribuida filia nacionalista.

Por lo que se refiere al PNV, no me cabe duda de que se siente mucho más cómodo con un clero y unos obispos considerados afines que con otros que pudieran mostrarse distantes o en ocasiones molestos. Es así por la misma razón por la que cualquier partido con poder político, prefiere tener medios de comunicación complacientes y se siente molesto con los críticos. No es de extrañar por ello que Urkullu, desde su interés de partido, acuse a la jerarquía española de querer influir, con Munilla, en la política vasca, mientras elogia a Uriarte por intentar influir en el Vaticano proponiendo para el nombramiento un perfil de obispo que el PNV considera más afín. Pero esa es otra historia. No olvidemos que forma parte de las tentaciones del poder y que Franco reclamó para sí y consiguió en su momento el derecho de presentación de obispos.

Lo peor del asunto es que, como resultado, la iglesia institucional se ve inmersa, hoy como ayer, en las luchas de unos y otros por apropiarse de la idea y del apoyo de un dios a su medida, de rostro desfigurado por las debilidades y las ambiciones humanas, a veces encerrado por el poder en las iglesias para que no moleste y otras tomado como pretexto para la la conquista, la preservación o el aumento del poder. Se trata de un dios interesadamente recreado que nada tiene que ver con ese dios que, como decía hace unos días en este mismo blog, soy capaz de imaginar.

Es todo por hoy. Buenas noches y hasta la próxima

No hay comentarios: